Collage de Susana Loureda @collage_errante
Hoy en día parece que la moda ha pasado a un segundo plano para darle protagonismo al estilo. En el siglo XX se hablaba de la moda de las distintas décadas, cada una con sus peculiaridades; la moda de los años 20, 30, 40… así hasta los años 90. Pero, actualmente ¿podemos hablar de la moda de principios del siglo XXI?. Parece que comenzada la era digital este concepto se diluye y todo se convierte en un “revival”. La moda es ahora un cajón de sastre donde todo convive para que cada persona pueda crear su estilo particular.
Moda y estilo se convierten así en dos conceptos complementarios pero diferentes:
La moda, con un significado general, se refiere a un modo de vestirnos en un momento histórico y social determinado para sentirnos integrados en el grupo. En este sentido, la moda se trata de un fenómeno transitorio.
El estilo, por el contrario tiene un significado personal. Se trata de un lenguaje estético propio inherente a nuestra personalidad y como tal, a diferencia de la moda, el estilo promete eternidad y atemporalidad.
La moda pasa, pero el estilo permanece; ¡ya lo dijo Coco Chanel!. La moda se basa en estilos, pero el estilo no se basa en una moda. Moda versus estilo. Fugacidad versus eternidad. He aquí el dilema.
En el mundo actual, tan estandarizado y donde la ropa se ha hecho totalmente accesible, ya no deseamos tanto estar a la moda, como buscar ese estilo que marcará la diferencia y nos proporcionará la sensación de ser una persona única.
Según la teoría, la fórmula es sencilla: escoger lo que mejor nos va según nuestra figura, personalidad, preferencias y estilo de vida. Y hoy todo es posible en busca del estilo; las revistas de moda y las redes sociales nos muestran todos los estilos habidos y por haber, los asesores nos ayudan a encontrar ese estilo propio con el que destacar, internet, las grandes cadenas de venta y el mercado de segunda mano nos proporcionan todo tipo de prendas en un tiempo récord. ¡Qué fácil parece!
Pero la práctica dice otra cosa y a veces la búsqueda del estilo se convierte en la búsqueda del Santo Grial; un peregrinaje sin fin, un viaje a través de un mar de dudas entre las múltiples opciones que tenemos para elegir. Porque el estilo es eso; saber elegir
¡Qué estilo! Parece una expresión, sin más, pero en el fondo, si la analizamos un poco, da la impresión de ser algo místico, mágico, oculto; no sabemos de dónde viene, sólo sabemos que aunque todo el mundo tiene un estilo, no todo el mundo tiene estilo. Da la impresión de que ocurre sin más, que no se sustenta desde la racionalidad. ¿Cómo saber si las personas tienen estilo o no? ¿Por qué Audrey Hepburn o Grace Kelly representan el estilo eterno?
Y es que son muy pocas las personas que nacen con ese brillo especial e intransferible que todo el mundo admira y desea, ese estilo que perdura con el paso del tiempo y termina convirtiéndose en un icono ¿icono de qué? Icono de estilo; una fórmula que garantiza la perdurabilidad frente a lo efímero de la moda y el tiempo.