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¿Moda como catarsis? Increíbles y maravillosas

5. ¿Moda como catarsis. Collage de Susana Loureda. @collage errante

Collage de Susana Loureda   @collage_errante

 

Francia 1795. Para olvidar los horrores del conflicto y la cantidad de sangre derramada durante la Revolución, muchos jóvenes aristócratas, sobre todo los que poseían un alto poder adquisitivo, y que habían perdido a seres queridos en la guillotina, comenzaron a agruparse en París; escenario ideal para reunirse por sus  innumerables opciones de ocio.

En los teatros, en los  cafés, en los bailes… estos jóvenes comenzaron a definirse, surgiendo así los llamados Increíbles (Incroyables) y en su contrapartida femenina, las Maravillosas  (Merveilleuses);  unos personajes que con sus novedosas vestimentas y actitudes mostraban su rechazo a los ideales de los grupos más revolucionarios. Esta postura se manifestó en maneras exageradamente  refinadas y afectadas, a la manera de los cortesanos del  Antiguo Régimen y, desde luego, no dejaron indiferente a nadie.

Los Increíbles lucían una imagen ciertamente excéntrica; llevaban enormes casacas con altísimos cuellos y amplias solapas. Los pañuelos eran  tan voluminosos que a veces subían hasta la barbilla e incluso tapaban la boca. El cabello cubierto por extravagantes sombreros se llevaba como una mata de pelo desordenada, trenzado o cortado a mechones que a veces dejaban entrever  grandes aretes en las orejas, como una especie de “punkies” de la época. Los chalecos eran de chillones colores y los calzones se complementaban, o bien con coloristas medias y zapatos puntiagudos, o bien con botas de enorme tamaño.

Por si esto fuera poco mostraban, además, comportamientos libertinos y provocadores. Algunos ostentaban grandes monóculos y a veces una postura encorvada como de jorobados. Con frecuencia simulaban cierto ceceo y ya no pronunciaban ciertas letras como la R que recordaba demasiado a la Revolución.

 Las Maravillosas tampoco se quedaron atrás y escandalizaron París con sus vestidos tremendamente finos de gasa, a veces sutilmente reveladores y otras sencillamente transparentes. Sus  túnicas diáfanas de estilo griego recordaban las camisas de las prisioneras. Calzaban sandalias con aros en los dedos y brazaletes en las piernas, que hicieron furor. El cabello lo llevaban corto, trasquilado, a la manera de las víctimas antes de ser ejecutadas, aunque con cuidados rizos como los de los bustos romanos. También simbolizaban el horror de la guillotina atándose un cordón rojo alrededor del cuello, recordando así la sangre de las  cabezas cortadas.

Parece ser a que a  los Increíbles y a las Maravillosas  les encantaba pasear e ir de fiesta. En realidad buscaban sobre todo reencontrarse y exorcizar el trauma de los últimos años…  Según rumores organizaban veladas reservadas para aquellos cuyas familias habían perdido algún miembro a causa de la Revolución; los llamados “vals des victims”, bailes en los que, se  recordaban los horrores y excesos de los años convulsos mientras se bebía, se bailaba y se disfrutaba. Vestidos de luto o con brazaletes negros, se saludaban unos a otros con movimientos violentos de cabeza simulando la decapitación.

Lo cierto es que el estilo de esta peculiar “tribu urbana”,  ligado al horror de la guillotina, no sólo superó lo doloroso de su significado, sino que además se integró en pocos años en la moda oficial y pasó a formar parte del cambiante y caprichoso mundo de la apariencia.

 ¡COSAS DE LA MODA!

Incroyable y Merveilleuse

Incroyable y Merveilleuse en París en 1797. Cuadro de Louis Léopold Boilly