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El color negro ¿El rey de los colores?

El rey de los colores
Collage de Susana Loureda   @collage_errante

 

Misterio, poder, autoridad, elegancia, sofisticación, seriedad, formalidad, fuerza, rebeldía, sensualidad…  El color negro.

Fue uno de los primeros colores utilizados  en el arte, y el primero en asociarse con la muerte. En tiempos del Antiguo Egipto y de la Grecia clásica, este color ya representaba la oscuridad del “otro mundo” para convertirse durante el Imperio romano en el color del luto. A lo largo de la Edad Media su asociación con el mal se hizo más generalizada; el diablo era de color negro y de negro también se vistió Europa durante los años de la peste. Pero hacia finales del siglo XV estas connotaciones empezaron a cambiar.

Con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo se descubre un árbol; el Palo de Campeche, con el que se consigue un negro nunca visto hasta entonces; sólido y brillante, automáticamente le concedía prestigio a la persona que lo lucía. Podemos entender que el monarca más poderoso de la tierra en ese momento, Carlos I de España y V de Alemania, se visitiera con el color negro más profundo y lustroso, que resaltaba, no sólo el tejido utilizado, sino además las valiosas joyas que lo adornaban.  El color negro se convirtió rápidamente en un símbolo de poder, dignidad y templanza, emblema de la dinastía de los Habsburgo. Si antes las clases privilegiadas sentían fascinación por el rojo intenso, ahora la fascinación será el negro intenso. España, convertida en una potencia mundial dictaba la moda al resto de Europa, y el negro se convierte en el color del momento.

Doscientos años durará su reinado, hasta que  a finales del siglo XVII, Francia toma el relevo de potencia europea.  París, convertida en capital de la moda, dicta los nuevos gustos de las clases altas que ahora prefieren los más sofisticados tonos pastel;  azules, verdes, amarillos… El color negro quedará relegado al luto más riguroso, pero no por mucho tiempo.   Con la Revolución francesa, volverá a recuperar el  esplendor perdido, para convertirse en la estrella del siglo XIX; la melancolía del romanticismo y el carbón de la Revolución industrial  vestirán de negro a poetas y hombres de negocios.

Curiosamente, y de forma paralela al auge del negro en la vestimenta, se produce su detrimento en el arte. ¿La razón? La fotografía. A los pintores ya no les interesa reflejar fielmente la realidad, y deciden hacer lo que la recién llegada no podia mostrar: los efectos más puros e intensos de los colores. El impresionismo se convierte en corriente artística y el color  negro, como  ausencia de color, se convierte en no color.

Con este nuevo estatus, el negro comienza el siglo XX estrechamente ligado a la cultura. Y como símbolo del individualismo vuelve a ser el color favorito de la moda: vestirse de negro supone renunciar a la pompa y al deseo de llamar la atención. Quien viste de negro, no necesita hacerse el interesante con otros colores, le basta la personalidad. Coco Chanel lo sabía y simplifica el vestuario de las mujeres con su famoso “pequeño vestido negro”,  Cristobal Balenciaga rescata el esplendor que tuvo siglos atrás y Christian Dior lo utiliza para cualquier ocasión. Todas las clases sociales se sienten seducidas por este color; hasta  los “rebeldes sin causa”, aquellos que no aceptaban los valores establecidos, adoptan su  seductora simbología y aparece un nuevo  reinado con el rock y el punk. La industria de la moda cae rendida a sus pies y los diseñadores de finales de siglo lo adoptan como uniforme: Karl Lagerfeld, Armani, Yohji Yamamoto …

Sobrio y atractivo, inconformista y distinguido. El negro sigue cautivado al  mundo en el siglo XXI. ¡No hay otro igual!  Independiente y  atemporal, encontrar hoy en día un armario sin una prenda negra es más difícil que encontrar una aguja en un pajar.